21 de noviembre de 2005

Cómo estoy

Estaba pensando cómo me sentía, qué es lo que me pasa.
Creo que estoy embarazado.
Me agarran momentos de felicidad netos y a la vez, ganas de llorar.

Ayer no fue un día más y no logro darme cuenta.
Fue especial no porque haya pasado algo épico, sino porque logré generar una salida con Pau. Y Pau vino contenta. Yo tenía miedo de que vaya de compromiso, como haciéndome un favor. Siempre pienso eso cuando intento armar algo. Pero Pau estaba bien. Alegre. Sonrisa toda. Chicarachera.
¿Yo? Nervioso. No sabía qué mirar. La miraba a ella hasta que esos ojos de brillantina me eclipsaban. Juro que me vi en sus ojos, son como espejos.
Comimos algo, hablamos, nos reímos. Silenciamos y se me escuchaban los latidos.
-Quiero ir al baño pero antes pedimos la cuenta porque sino vas a pagar sin que yo esté, y no quiero que me invites.
-Dale Pau, no seas boluda.
-Noo, además, si invitás vos, no vamos a volver a repetir la salida.
Grosa. Pau es grosa. No por tener esos moretones en el brazo derecho, no. Es grosa porque es simple. Porque no tiene rencor, porque no tiene maldad. Es grosa porque sabe todo lo que me pasó a mi con ella hace dos años y no le importa nada. O sí, pero maneja todo con soltura como si fuera bailarina.
Pagamos. Volvimos caminando por Laprida hasta Maipú. Me dí cuenta que me muevo mejor en el aire y con los pies andando sobre la tierra que en una silla. Es un buen dato para la próxima. Hablamos más fluído, nada profundo. Nunca de nosotros dos, nunca de lo que pasó, de lo que pasa. Mucho menos del futuro, aunque mi cabecita se encargaba de todo eso.
Llegamos a la parada. Chau por acá, chau por allá.
Ahora, el momento de la digestión. No el de la hamburguesa, sino el de la situación. ¿Qué había pasado? ¿Cómo me sentí? ¿Cómo me siento?
Tenía una sola certeza que me nublaba un poco todo: me volví a enamorar de Pau. Y eso no me dejaba ver qué pasaba adentro mío. No creo que haya dormido. Pau es tanto o más tímida que yo. Yo soy tanto o más vergonzoso que Pau. Entonces, me parece que esto viene de tiempo, paciencia y chichones. Tengo que controlarme, no estar tan ansioso. Me mata la inexperiencia y en consecuencia, la incertidumbre. Temo perder todo antes de tener algo. Pero luego pienso que algo tengo. La intención, las ganas, la ansiedad, el corazón contento lleno de alegría.
Estoy esperanzado. Lo importante es que no me empiecen a carcomer el cerebro todos los fantasmitas que comienzan a aparecer. Sé que soy un salamín, pero pienso y me asusta tener que conocer el entorno de Pau. Miedo a que no me acepten. Sí, es una boludez. A veces me parece que hay un inquilino muy pero muy turro adentro que nos fabrica estos monstruitos y está en la fortaleza de cada uno seguir o no adelante. Temo ser aburrido, y algo que me mata es el cagazo a "no ser digno de", no creerme capacitado para estar con Pau. Prendiendo la luz y sacándole la sábana a estos cucos, estaría mejor, más "ciego" en el objetivo.

Ahora sólo queda esperar, hacerse amigo del tiempo (del clima también), y sobretodo, NO PENSAR.

4 comentarios:

Nessie dijo...

a ella le debe haber pasado lo mismo cuando volvió a casa
¡por muchas más salidas así y más aun mejores, más viento, más volar, menos tierra, y a un verano glorioso!

Anónimo dijo...

Vamos a postear por primera vez acá.

Me causa gracia lo fácil que decís "NO PENSAR", cuando dejés de pensar, ahí ganaste el juego.

ugenia dijo...

a mí me pasa lo mismo san ti! cada vez que conozco a alguien que me gusta, siempre tengo miedo de los amigos. Se me prende la cámara y no la puedo apagar! Vos relax, porque esto nos va a pasar siempre, es solamente cuestión de aprender a manejarse, me parece. Lo de "no estar capacitado para...", también me suena mucho. Mucha suerte, pongo fichas ahí!!

Unknown dijo...

Sí Uge, sólo nos queda sacar en carnet y aprender a manejarlo, there's no other way.