27 de marzo de 2006

Milanesas

Argentina, dentro de los 50 países con más agnósticos en el mundo.

Anagramas con las estaciones de Subte. Acá y acá.

Por fin, los enchufes que giran.

Matá a tu jefe con el sello de la mafia.

Ojalá la publicidad sea sólo esto.

21 de marzo de 2006

Amarillo, me pongo a pensar

Estoy soberanamente podrido de la gente que cruza la calle según el comportamiento de los autos.

-Si tenés el semáforo a tu favor, por más que el carro acelere en el lugar intentando amedrentarte, CRUZÁ.

-Si tenés el semáforo a favor, no esperés que se acomoden todos los autos en la senda peatonal, CRUZÁ.

-Porque por indecisos como vos, nos van a seguir pasando por arriba a los que queremos cruzar cuando nos corresponde. Por eso, en caso de que no haya semáforo, no esperés a que dejen de pasar o doblar todos, CRUZÁ.

Amuerte

Amuerte
Tenés a todos los que vos quieras
llevate al que tiene la bicicleta
así te pido
lo que yo quiera.

Decime cuál y te lo entrego
a sangre fría o por el cuello
así es el duelo
por lo que quiero.

El que vos digas, el que elijas
clavá cuchillos, envenenalos
así te olvido
así te extraño.

Te pido que me mates un pariente
aunque sea uno, de vez en cuando
así te odio
o no te quiero tanto.

17 de marzo de 2006

Meridiano

Ayer me bajé del 152 en Santa Fe y casi Serrano en detrimento del habitual punto de descenso en Niceto Vega y Thames que me proporciona el 168, costumbre ésta de caminar doce cuadras de más, que tomé a partir del fastidio y angustia que me invaden cuando salgo de la facultad.
Aprovecho el trayecto para caminar lento y frenar un poco toda la vorágine que me asalta desde temprano y así poder, o intentar, mejor dicho, discriminar emociones, analizar angustias, encaminar ideas y apuñalar corazones. Sí, todo a la vez.
La mezcolanza cual revuelto gramajo es inevitable y todas las acciones en pos de clarificar algo terminan por contrariarme aún más, lo que trae aparejado una serie de acciones catárticas donde queda demostrada mi mediocre intrepidez:


-Tengo ganas de agarrar un adoquín de ésos que están en el empedrado o en los Lagos de Palermo y revolearlo calle arriba, pero en cambio pateo un canto rodado y me autogrito “¡gol!” si entra en una alcantarilla.

-Tengo ganas de gritar a las cuatro esquinas que se vayan todos con su moral y debe ser a la concha de su madre, pero en cambio me autoputeo en un tono de voz que oscila entre lo suficiente como para espantar un gorrión pero no tan fuerte como para despertar a algún propietario de una planta baja.

-Tengo ganas de pegarle a los tachos naranjas con cualquier extremidad: o hacerme el Juan Martín “Látigo” Coggi o emular al célebre “Búfalo” Funes, pero en cambio le proporciono golpes a las rugosas paredes con mis nudillos, produciendo un autoflagelo de consecuencias considerables.


La fortuita base de este post es, en realidad, un fallido intento de hablar de la soledad. Sucede que en el semáforo de Honduras y Thames tenía una clarísima idea, con sus proyecciones y adornos idiomáticos correspondientes, referida a la soledad como un estado inmanente a la condición humana y los laberintos y soluciones erróneas que nos va presentando, tal vez por inercia, tal vez por instinto, nuestra psiquis acompañada de la periferia.
Pero llegué a casa, prendí la computadora, abrí un documento, escribí ideas vagas, me senté a comer, terminé el plato, me volví al escritorio y se me truncó todo.

Quizás algún día pueda vomitar todo esos esbozos existenciales sobre la soledad, pero por ahora y una vez más, me tengo que conformar con estas medias tintas, con la mediocridad.


Musicaliza líricamente este post, "Optimistic", de Radiohead.




15 de marzo de 2006

Mala eres

Aclarando que no se trata de un blog anti periodismo, pero, de la misma manera, dejando en claro que sí se trata de uno que detesta al 90% de los monigotes que se desempeñan en dicha profesión en nuestro país, presentamos un nuevo caso.

Como el alcohol en cantidades abultadas; como la heroína; como la kriptonita para Superman; como el botox para Raquel Mancini, la lluvia,

ES MALA.

Claro, porque es más fácil endilgarle a San Pedro que se equivocó al abrir las compuertas que hablar de la imprudencia de los dementes que manejan, de los trastornados de siempre y de los que se les empaña la vista.

Update 16 de marzo de 2006: Infobae pone a la lluvia al nivel de los piqueteros.

8 de marzo de 2006

Es sola y desocupada

Es sola y desocupada
Pobre cigüeña no fue a París
se fue a Sevilla y perdió todo.
De noche llora y cuelga lamentos
en la luna de Valencia:
pide trabajo a San Antonio
y a San Cayetano un novio.

6 de marzo de 2006

Jacarandá

Jacarandá
Fruta,
los trenes
y la estación
inviernos maduran
con el calor
hedor de tipas con el colchón
amarillo primero luego marrón
podrido y nauseabundo;
lejos muy lejos atrás
inviernos violeta jacarandá
una flor y otra flor celeste
aunque mucho nos cueste aceptar
el otoño como viene
se va.

Puto el que lee

Certificando una vez más su calidad de "revista para ir a cagar", Viva, la revista dominical de el gran diario argentino, presentó, en una nota con los neologismos anglosajones adquiridos por nuestra lengua, esta definición de "blog":



Habría que explicarle al firmante (un tal Ricardo Carosino) que es probable que haya más 27 millones de perejiles que, con su peso específico, están generando un nuevo medio masivo de comunicación que pone en jaque los métodos con los que hasta hoy se maneja el periodismo mundial.


1 de marzo de 2006

Franz Ferdinand - 28/2 - Luna Park

Hay algo que tiene que quedar claro: Franz Ferdinand te caga a palos.
A partir de eso, sí se puede hacer un análisis de lo de ayer.

Salí del laburo y me fui con mi primo a comer unas papas fritas con cerveza al Spell Café de Puerto Madero, para ir haciendo un poco de tiempo. Caminando por el dique, se me viene a la mente un pensamiento y digo "¡NO!". ¿Qué pasó?. Franz Ferdinand es incoreable. A saber:
-Olé, olé, olé, olá, Franzfér-dinánd...
-Fraaaaaaanz, Fraaaaaanz...
-El que no grita por Ferdinand para qué carajo vino...
-Una bandera que diga "Do you want to?"...
Estuve todo el tiempo, hasta la entrada, pensando cómo solucionarlo. No hubo caso y adentro comprobé que estábamos todos en las mismas.

Llegamos a la esquina de Lavalle y Madero y la cola daba toooooda la vuelta hasta Tucumán por Bouchard. Me sorprendió tanta cantidad de gente. Y, hablando de la gente, un ítem aparte. Encontramos:
-Mucha resaca de gente que no fue a ver The Rolling Stones y que no va a ver ni a U2 ni a Oasis.
-Muchos, muchísimos fans recontra re improvisados, que se compraban antes de entrar la remerita de la banda (espantosas, a dos colores) con la fecha del recital. No podés.
-Muchas chicas que se mojaban cada vez que Alex Kapranos (cantante de la banda) decía "A".
-Y un puñado de gente como uno, que le gusta la banda y tenía ganas de saltar, bailar y mover el bote.

Una vez adentro, la espera comenzaba inquietarme, como siempre.
La banda soporte que prometían afuera nunca apareció, el espacio para respirar aire se hacía cada vez más pequeño y las pantallas ubicadas a la derecha y a la izquierda del escenario no hacían más que repetir una y otra vez las mismas imágenes.
Alrededor de las 21.20 la impaciencia generalizada de la gente motivó a que la turba comenzará a avivar los ya clasicos "ooooooo ooooooóoooo" y las palmas para apurar a la banda. Treinta y cinco minutos después de la hora estipulada y luego de que uno de los plomos afinara por quincuagésima vez todos los instrumentos de cada uno de los integrantes, apareció la banda. Vestidos con riguroso glamour que acompañaban a la perfección sus ampulosas caras repletas de rasgos sobremarcados, arrancaron potentemente con las guitarras y batería bien alta de "This boy" , característica que, igualmente, sería una constante a lo largo de todo el show.
El primer gran quilombo vino acompañado de, para mí, uno de los mejores temas de 2004 junto con "Somebody told me", de The Killers: "The Dark of The Matinée". Cuando Alex avisó el tema, ya se presagiaba el descontrol con ese estribillo pegajoso y tan brillante que te obliga a rebotar contra el suelo cada dos por tres.



Alex y Nick McCarthy, el guitarrista, demostraron un buen dominio de la escena. Con dos palabras en castellano ("muchas" y "gracias") y algunas plegarias indescifrables en un dialecto de Glasgow se las ingeniaron para mantener a la multitud bien arriba todo el recital. Y aquí es el momento de la comparación: para los que estuvieron el 4 de abril pasado en el Luna viendo a Placebo, ése fue uno de los puntos más contrastantes. Ante una cantidad de público considerablemente menor, Brian Molko, cantante de la banda, pidió por favor a la gente que no haga pogo y nunca estimulí a los que estábamos ahí abajo. Igual te queremos, Brian.



"Do you want to?", "Take Me Out", y luego de los bises "This Fire" fueron los picos de mayor efusividad en todo el show, aunque cabe destacar que en ningún tema la adrenalina descendía y estando dentro de la multitud el contagio de salto, energía, grito y baile se hacía inevitable. Las canciones más soft, por así decirlo, "Walk away" y "Eleanor put your boots on" (esta última, inspirada en la novia del cantante), entraron en perfecta sintonía con la gente, que acompañaba con palmas o brazos arriba.
Otro punto muy, muy alto fue finalizando uno de los temas y casi culminando la noche, donde la batería fue asaltada por otros dos integrantes del grupo y comenzaron a tocar de a tres: le pegaban a la bata con palillos, con una pandereta, con palos. Con todo lo que tuvieran a mano, pero siempre manteniendo el ritmo para que todos los que a esa altura ya chorreábamos sudor no nos guardáramos ni el último hálito.

A la salida, todo el mundo estaba con su remera pegada al cuerpo, empapada, tratando de escurrir aunque sea una gota. Pero era en vano, esa noche de rock y baile ya estaba impregnada en cada uno.