Aprovecho el trayecto para caminar lento y frenar un poco toda la vorágine que me asalta desde temprano y así poder, o intentar, mejor dicho, discriminar emociones, analizar angustias, encaminar ideas y apuñalar corazones. Sí, todo a la vez.
La mezcolanza cual revuelto gramajo es inevitable y todas las acciones en pos de clarificar algo terminan por contrariarme aún más, lo que trae aparejado una serie de acciones catárticas donde queda demostrada mi mediocre intrepidez:
-Tengo ganas de agarrar un adoquín de ésos que están en el empedrado o en los Lagos de Palermo y revolearlo calle arriba, pero en cambio pateo un canto rodado y me autogrito “¡gol!” si entra en una alcantarilla.
-Tengo ganas de gritar a las cuatro esquinas que se vayan todos con su moral y debe ser a la concha de su madre, pero en cambio me autoputeo en un tono de voz que oscila entre lo suficiente como para espantar un gorrión pero no tan fuerte como para despertar a algún propietario de una planta baja.
-Tengo ganas de pegarle a los tachos naranjas con cualquier extremidad: o hacerme el Juan Martín “Látigo” Coggi o emular al célebre “Búfalo” Funes, pero en cambio le proporciono golpes a las rugosas paredes con mis nudillos, produciendo un autoflagelo de consecuencias considerables.
La fortuita base de este post es, en realidad, un fallido intento de hablar de la soledad. Sucede que en el semáforo de Honduras y Thames tenía una clarísima idea, con sus proyecciones y adornos idiomáticos correspondientes, referida a la soledad como un estado inmanente a la condición humana y los laberintos y soluciones erróneas que nos va presentando, tal vez por inercia, tal vez por instinto, nuestra psiquis acompañada de la periferia.
Pero llegué a casa, prendí la computadora, abrí un documento, escribí ideas vagas, me senté a comer, terminé el plato, me volví al escritorio y se me truncó todo.
Quizás algún día pueda vomitar todo esos esbozos existenciales sobre la soledad, pero por ahora y una vez más, me tengo que conformar con estas medias tintas, con la mediocridad.
Musicaliza líricamente este post, "Optimistic", de Radiohead.
9 comentarios:
que lindo santi. yo también pateo piedritas y grito gol. besos
quise postear y se borró, decía algo lindo sobre tu comentario de hoy
y que no estás solo, sino tal vez solitario (pero lo decía distinto y tal vez dijese algo distinto también)
Bronca y soledad... parece ser que son dos estados bastante comunes en este momento, aunque no creo que en algun otro momento haya sido muy diferente... Lo que escribiste esta bueno... No me parece mediocre peeeeeroooo... si usted lo dice. Tal vez hablar en figuras sea la unica forma de hablar de ciertas cosas...
bienvenido al club
y la capacidad d epoder vomitar monólogos existenciales sobre la soledad aparecen cuando menos te lo esperás!
Nene tonto, decimelo a mi...
Besos San ti!
Pd: Te juro que siempre paso y te leo, pasa que me cuesta ultimamente comentar. Momentos anímicos de la vida. Aguardame que ya va a pasar.
Salú.
Veo que todos tiraron pa' el lado de la soledad, como la moneda de Calamaro.
Vamos todos a escuchar Radiohead, yo invito esta ronda.
Vengo a equilibrar la balanza y evitar que nos sumerjamos en el mar de aguas oscuras.
Mentira.
Quiero decir que estoy harto de leer sobre la soledad, el hastío, la incorformidad desde un lugares tan cómodos como pasivos. Llenos de quejan inconsistentes a la espera de consuelos rapaces y gratuitos.
Dejaré para otra ocasión las recomendaciones correspondientes que puedo hacerle a un amigo, porque este post, como otros de aquí, son exquisitos textos para aprender a escribir y transmitir.
Prefiero dejarlo así.
Numa, la ocasión es toda tuya, en éste u otro post, así que sentite libre, siempre libre :P
Saludos!
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