31 de octubre de 2007

El espiral

No.
Tabaquismo. Alcoholemia, rubeola. Violencia familiar. Dejá el paco, volvé con tu novia. Usá preservativo.
Ninguno aplica.

Mientras voy mirando los carteles de vía pública voy pensando en qué bueno estaría que haya lugares que alquilen piezas en donde la gente pueda encerrarse para ir a llorar, a reírse a carcajadas. A hacer todas esas cosas que uno no hace en la calle por miedo a ser encasillado como un loco.
Pero no, claro. Oficina de dealers, telo de violadores, ring de golpeadores. Echa la trampa a la ley y la iniciativa muere en fantasía.

Igual, yo siempre me llevé mejor con los locos. Para mí siempre están más cerca de la verdad porque son puro cuento de la vida y no están viciados de ficción. Son personajes sin maquillar, son una matrix de un solo mundo.
¿Y si un día me vuelvo loco?, pienso. Qué acto de soberbia, esa pregunta me sitúa inmediatamente del lado de los otros.
No es loco el de chaleco sino el que dice la verdad, pienso y concluyo. Y me quedo contento.

Plástico en el amarillo, vidrio en el verde, papeles en el rojo. Azul, te dije que la llama debe ser AZUL. Miles de ballenas están muriendo y vos no hacés nada.

Ah, ¿no? ¿Nada?, pienso. Ja, qué saben estos de Greenpeace de mi nada. Si en vez de disfrazarse de tronco en frente de una papelera; si en vez de encadenarse vestidos de marsopa chamagüe en un bosque misionero; si en vez de ponerse una máscara de oxígeno en La Boca se inmolaran en la casa de algún político o empresario; el sacrificio de uno valdría por toda la humanidad y sería convertido en mártir gratuita y merecidamente, pienso. Y me acuerdo que de grande quiero tener una flota de jubilados fundamentalistas que manejen coches-bomba hasta el Congreso.
El primero me parece muy näive, medio pelotudo y el segundo me da un poco de miedo que haya surgido de mí. El mundo debería dividirse entre los que pensamos y lo que pensamos.

Recoja la caquita de su perro así su nene no pisa la caquita de su perro en la placita a la que va su nene.

Más carteles en la vía cuyo problema es que sea pública cuyo problema de ser pública es que es sinónimo de vulgar, pienso. Vitoreo mi magnífica conclusión. Pero me sigue dando culpa la soberbia y mi elitismo, todo mal.

No al aborto. Dengue. Sí al aborto. Cáncer de mama. Aborto para algunos, píldoras para otros.

No, definitivamente ninguno aplica.
Y ya voy llegando a casa otra vez, mareado por el espiral que me lleva todos los días del centro hasta la punta.
Todos los días el mismo viaje. Todos los viajes el mismo paisaje.
Mientras, afuera, nadie habla y nadie alerta sobre los peligros de pensar.

pelo

Uno de los mayores desafíos del hombre consiste en estar satisfecho con su pelo desde el momento en que se lo corta hasta la próxima cita con su peluquero.